Tras el fallo judicial sobre el caso Karadima quisiera aportar unas reflexiones, limitadas por cierto, sobre el momento de la Iglesia.
Este y otros casos han afectado sin duda la confianza al interior de ella y también de ella en relación con la sociedad. El pago impuesto al Arzobispado, siendo del todo necesario en la lógica jurídica como modo de reconocimiento y reparación, lamentablemente siempre se quedará corto y quizá hasta banalice un poco el daño causado y el dolor sufrido. La plata siempre ensucia estas dimensiones humanas más profundas que no tienen precio.
Pero alguien debía responder y debía hacerlo en la esfera pública. Ese es el camino de la justicia.
Todavía falta profundizar el análisis de las estructuras que permitieron estos hechos. Tanto estructuras de poder, gobierno y procedimientos canónicos anticuados, como estructuras psicológicas o creencias colectivas que nos cegaron. Necesitamos profundizar y cambiarlos.
Pero nada de lo anterior lleva a la reconciliación. Es necesaria para volver a mirarnos a la cara, salir de la lógica de la sospecha y avanzar hacia la confianza.
Este camino no sé muy bien cómo hacerlo, pero creo que pasa por el reconocimiento, el arrepentimiento genuino, pedir perdón de frente, intentar reparar lo que se pueda, perdonar sinceramente y ser perdonados humildemente.
Por experiencia sé que no es fácil. A los curas nos pide de entrada empatía con el dolor ajeno y bajarnos de pedestales. Necesitaremos trabajo personal en la conciencia de cada uno; encuentros con víctimas, buscando aprender, dándonos el tiempo necesario para asimilar; encuentros más amplios para que la comunidad también aprenda, perdone y acoja.
Este camino es más difícil, lo hemos transitado poco, pero hay que intentarlo. Es la única viabilidad que veo a la Iglesia.
Juan Cristóbal Beytía SJ
Capellán de Techo Chile
Publicado en La Tercera el 30 de marzo del 2019.