Hace unos días partimos una vez más a nuestros clásicos trabajos voluntarios de verano. Esta iniciativa, que muchos pueden percibir como una actividad de poca relevancia, es en realidad una difícil tarea, ya que a casi cuatro años de la pandemia, en Chile aún seguimos viviendo un gran distanciamiento social; aunque ahora, sin justificación sanitaria. Las rejas, son cada vez más grandes, tanto literal como metafóricamente; por eso instancias como esta van en contra de esa corriente. En un mundo donde los jóvenes parecen desconectados y apáticos, el simple hecho de dar este paso, de trasladarse a comunidades excluidas para trabajar en conjunto durante 10 días, es revolucionario.
Estamos yendo a espacios que por mucho tiempo nos dijeron que debíamos ignorar. Nos adentramos en sectores donde el hacinamiento crítico, la materialidad irrecuperable de la vivienda o la necesidad de un espacio libre de violencia en el hogar, son urgentes. Nos dijeron que los campamentos eran sinónimo de aprovechamiento y que ya no se vivía mal en ellos. Incluso nos han criticado por seguir estando ahí, cuando lo que nosotros vemos, a todas luces, no debieran ser realidades en la actualidad.
Decir que los campamentos en Chile ya no son motivo de preocupación es inaceptable, decir que ya no existe precariedad ni vulneración de derechos en estos espacios es simplemente faltar a la verdad. Porque si bien la pobreza ha cambiado, sigue presente en aquellos lugares donde el Estado no llega; con mayor complejidad y menos herramientas para enfrentarla.
Así, hoy nos ponemos como lema que “Construir un Chile más justo depende de todas y todos”, ya que ante esta realidad, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Habitar en campamentos, hacinados o en viviendas precarias, nunca proporcionará dignidad ni condiciones mínimas de vida, y es deber del Estado enfrentar esta problemática debidamente; pero mientras no se resuelva, todos debemos trabajar por esto. Ahí donde exista algún derecho vulnerado, como ciudadanos somos corresponsables de cambiar esta realidad.
Es por eso, que los jóvenes que estamos aquí, venimos con la convicción de contribuir, superando las formas en las que el mundo actual nos adormece, a forjar un sentido de propósito. Un país más justo y equitativo sólo se construye cuando cada uno de nosotros se compromete activamente con el mismo. El Chile que tendremos será el que seamos capaces de construir; y si todos nos unimos, este puede ser un lugar donde sea hermoso nacer, crecer y morir.
Por ahora, nos esperanza ver que son miles los jóvenes que se comprometen y movilizan por alcanzar el país que queremos y creemos firmemente que somos capaces de lograr.
Pablo Undurraga
Director regional de TECHO-Chile en la Región Metropolitana.